Esta colección de imágenes explora la interrupción de lo cotidiano para dar paso a un momento de intimidad absoluta. Dos hombres, en un encuentro largamente esperado, se funden en una conexión que trasciende el deseo y el paisaje. En medio de la vastedad de un páramo desolado, su unión se vuelve inevitable, casi necesaria. No busco simplemente documentar, sino capturar la tensión entre lo personal y lo universal, lo íntimo y lo monumental. La escena parece surgir del ritmo habitual de la vida, pero lo que revela es una ruptura, un momento de vulnerabilidad y entrega que se sostiene en su propia temporalidad, indiferente a lo que sucede más allá.
El paisaje, inmenso y silencioso, amplifica lo emocional. Los cuerpos, diminutos ante la extensión del campo, no son dominados por él, sino que lo resignifican. La conexión entre los protagonistas y el entorno genera una tensión que resuena en mí como observador: lo pequeño frente a lo vasto, lo íntimo frente a lo inmenso. Al presenciar esta unión, me convierto en testigo de un amor que, aunque momentáneo, parece eterno en su intensidad, dejando una huella tan profunda como el propio paisaje que lo rodea.
At the edge of an abyss, looking at this landscape.
This collection of images explores the interruption of the everyday to make way for a moment of absolute intimacy. Two men, in a long-awaited encounter, merge in a connection that transcends both desire and the landscape. In the vastness of a desolate moor, their union becomes inevitable, almost necessary. I’m not merely documenting; I’m capturing the tension between the personal and the universal, the intimate and the monumental. The scene seems to emerge from the regular rhythm of life, but what it reveals is a rupture, a moment of vulnerability and surrender that holds itself in its own temporality, indifferent to anything beyond.
The landscape, immense and silent, amplifies the emotional. The bodies, tiny against the vast stretch of land, are not overpowered by it, but rather redefine it. The connection between the protagonists and their surroundings generates a tension that resonates within me as the observer: the small against the vast, the intimate against the immense. In witnessing this union, I become a silent witness to a love that, though fleeting, feels eternal in its intensity, leaving a mark as profound as the landscape itself.